No sé qué significa ese nombre. Ni sé cómo se pronuncian algunas de sus letras. Entender lo que dicen suena tan difícil como ganar la lotería con el 4, 8, 15, 16, 23, 42. Pero sé que, si en otra vida nazco en Islandia. Y si sigo una vida que me obliga a cantar folk. Y si mis padres mi llaman Ingó, seré medianamente feliz.
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