martes, febrero 09, 2010

Cranberries en Lima - Tu voz existe



Porque todo puede ser visto de la misma manera, pero no siempre desde el mismo ángulo, recibimos una segunda mirada sobre el concierto de Cranberries en Lima (ayer, 8 de febrero). Nuestra cronista invitada, la secundaria y las sorpresas a continuación.

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Por Mayra Castillo

¡Dolores, lograste cosas que parecían imposibles! Hiciste que los tontos bajaran sus cámaras digitales para mirarte, oírte, pasmarse, cantar y, a ratos, saltar. Me llevaste de la nariz a quinto de secundaria, a los primeros cassettes comprados con propinas, al primer amor, a 1995. Punzaste en todos el subconsciente que dicta canciones desde un órgano vital hecho de otra sangre, desde una costilla de papeles y notas musicales, desde una piel a la que se puede volver para dormir (con tu voz, tu voz, tu voz…)

¡Dolores, qué rico dueles!

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Foto: RPP

Quince años esperando cumplir un sueño adolescente quizá sean demasiados años. Eso pensé cuando llegué al Monumental y vi las colas de gente que poco o nada tenían que ver conmigo. Perdonarán el prejuicio pero ver cuarentones con niños y chibolitas en tacos puede hacerte pensar que ya estás bien vieja para soñar. O peor aún: desfasada para volar con tus zapatillas, tu vincha, tu emoción y tus dos primeros discos de The Cranberries como patrimonio musical de chiquilla de los 90. Una chela y un chorizo con mostaza aplacaron esas ideas y solo quedaba esperar la voz de Dolores. A la mierda lo demás.

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No hubo setlist aprendido: yo sueño con que recibo felices sorpresas. Y así empezó todo con How, del "Everybody else it’s doing so why can’t we?", el disco de nombre imposible con que los irlandeses dieron prioridad a una batería más cerca de los tambores y a la susurrante voz de Dolores. Never before, never again, you will ignore, i will pretend… Pop-rock directo de la isla de duendes verdes, violines y elfos. ¿De qué otra parte podría venir Dolores, que desplegó sus alas plateadas como un hada negra que promete hechizos en esta noche de luna? Sí, ella gira sobre sus zapatillas blancas y nos hace flotar con un saludo en castellano, que repetirá el resto de la noche para después hablar de la guerra, de su hija pequeña, de Macchu Picchu y de un próximo retorno al Perú. Dolores abre bien los ojos, sonríe y eleva los brazos para llenarse de nuestros gritos y aplausos.


Animal instinct, por Larr80 en Youtube

Con Animal Instinct bajan las pulsaciones del arranque para subir la dulzura de la cantante (protagonista indiscutible del concierto) a niveles de súplica. Do you know you made me cry…oh oh… Ahí está el timbre que esperaba, llega el alivio y la prueba de que ver a The Cranberries fue solo un pretexto para escucharla a ella diciendo cosas que yo ya no puedo decir.

Y con los primeros acordes de Linger, el Monumental me hace el favor de esfumar en el aire mi vergüenza: todos cantan tan mal como yo y a todos nos importa un pepino grande y verde. Todos sabemos que jamás seremos fuertes y tiernos como Dolores. Y ella reconoce nuestra ronquera, nuestra ridícula pretensión y sonríe, estira el micrófono al público. If you, if you could return…

Como buena tía de los 90, alcé mi grabadora de audio (no mi cámara digital) y cerré los ojos para verla mejor, para entonar y llegar al máximo de mis decibeles. Y quién sabe, volar un toque. Los varoncitos treintañeros, chicos cursis a mi alrededor, hacían el coro para que pudiese despegar. Levantamos los brazos y toda la gente se balanceó de derecha a izquierda, suavemente. Do you have to, do you have to, do you have to let it linger… Nunca vi a tantos hombres cantar por voluntad propia los últimos lentos jamás bailados en un quinceañero o en una fiesta de promoción. Nunca creí que un angelito menudo, pálido y pelicorto sería causante de todo esto.


Free to decide, por Larr80 en Youtube

Ojo, no todo fue mermelada de arándanos para enamorados. No solo hubo Ode to my family o When you’re gone, puntos pico de la noche de ayer. Este concierto fue mi rito privado de reencuentro-redención con el pasado. Ese está compuesto, básicamente, del disco de nombre imposible que mencioné antes y de "No Need to Argue", ambos llenos de buen pop-rock. Me explico: seguramente ganaron millones cantando Salvation –que siempre me pareció un remedo de Zombie para atraer pequeños metaleros de mentira– igual que You and Me –baladita intrascendente– ambos de To the "Faithfull Departed" y "Bury the Hatchet", discos posteriores e inferiores.

Ambas canciones anoche no me movieron, a diferencia de Wanted, I can’t be with you o de Ridiculous Thoughts, donde Dolores fue el instrumento musical más importante, balanceándose en ese columpio vocal que tiene en la garganta, entre el murmullo y el grito bien templado. Jamás pensé oír esta última canción de Lado B (saquen sus lapiceros para no gastar las pilas del walkman en vano) y, por eso mismo, en un arrobo casi espiritual, me atreví a gemir con las notas iniciales. Otra vez: no estuve sola. Más fans salieron del anonimato, para romper el aire con saltos mientras Dolores mordía con resentimiento las palabras twister, animal. Desató sus caderas en clave de twist, de loquita de vacaciones, de mujer libre dándole la espalda al espejo. Ya sin capa, el poderío de su voz la poseía del pelo a los pies y era imposible dejar de sentir la misma pulsación. But you’re gonna have to hold on repetido hasta el final, en una canción que parecen tres en una sola. Simplemente memorable.

Y finalmente Dreams, un clásico que sacudió a todo el mundo de su sitio y que explica porqué The Cranberries cierra sus conciertos con él. A mí me sonó bien simple: para que todos, incluídos cuarentones con hijos y chibolas en tacos, puedan gritar Oh my life is changing every day, in every possible way así sea 15 años después. Para que nunca parezca demasiado tarde para cantar y emocionarse, como una adolescente de 16. Tal como lo hizo Dolores anoche, entregada por completo.

PS: El sonido no fue lo mejor de la noche. Pero aún peor fue la salida violenta que originaron los organizadores con el reggae misio que pusieron en los parlantes apenas la banda salió de escena. Por cierto, la única salida por la zona sur del Monumental fue muy peligrosa.

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Lee también:

- La diosa Dolores Por Pam Ravina
- Sueño celta Por Angie Rodríguez

4 comentarios:

Unknown dijo...

leer esta crónica ha hecho q reviva la sublime experiencia de ver por fin a uno d los grupos q marcó y dejó huellas imborrables en mí. Yo sí tuve una relación d las canciones del tour d reencuentro d los cranberries xq para mí no hay mejor experiencia q volverte uno con tu ídolo mientras cantas (gritas) cada tema. Imposible describir la emoción al ver aparecer a Dolores y escucharla saludar en castellano. Y ni hablar de la explosión d sensaciones al oír su voz! Quedé más q satisfecha y espero con ansias q cumpla su promesa y regresen el próximo año.

Óscar dijo...

May, emocionantes tus palabras, carajo, sobre todo para los que allá por el 94 teníamos los casettes piratazas del Everybody... y del No need... y les dábamos vueltas y vueltas en en nuestro walkman Sports, putamadre qué tiempos. Lo que sí me parece una total falta de respeto es que te hayas olvidado de dedicar unas líneas a esa elegía de otros tiempos que es Daffodil Lament. Tremenda insolencia. La canción que más me sacudió el bobo. Difícil perdonarlo.

Unknown dijo...

Claudia, hay que estirar la sensación hasta que dure.

Oscar, mis cassettes eran firmes pero comparados con un CD eran casi tan MISIOS como tus bamba XD Y no hay nada que perdonar: todas las canciones del Lado B de No Need... son lo máximo pero cada uno sabe lo que le mueve más el bobo.

Y finalmente, gracias a Leggierísimo que me obligó a escribir todo antes de que pase el temblor. Se agradece!

Ronald Castillo dijo...

Siempre supe que The Cranberries te mataban pero nunca pensé que tanto. Y qué bueno constatarlo.

China, la música es parte de lo que nos hace sentir vivos. ¿Qué sería de nosotros sin el rock?