Entre las cosas que me siguen dando miedo, o algún escalofrío en el lado más oculto de la médula, está la portada de "Plague mass" (1991), uno de los álbumes célebres de Diamanda. Es cierto, aún le temo a Diamanda. Temo que, cuando canta, empiece a girar el cuello en vivo, como Regan McNeil, o de su boca salga lentamente un ser extraño, una serpiente virtuosa, cuando estira al máximo sus cuerdas.
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La Galás lanzó este año "Guilty guilty guilty", el álbum 17 de su carrera. Historias de desamor brutales, crímenes pasionales y horrenda decepción. Todas ellas retorcidas para encajar con el estilo, la voz y el piano de Diamanda. "Interlude time" camina como gato con los ojos encendidos en el inconsciente. "Down so low" se arrastra entre la piel y el hueso buscando tu último átomo de alma. Y "Heaven have mercy" transforma al jilguero (escuchar a Edith más abajo) en un cuervo estático a la espera de la hora decisiva.
Diamanda Galás es, como dice Johnny Depp interpretando a Hunter Thompson ("Miedo y asco en Las Vegas"), uno de los arquetipos de Dios.
Heaven Have Mercy.
Diamanda Galás.
San Francisco, Estados Unidos.
Álbum: Guilty guilty guilty, 2008.
Edith Piaf - Heaven have mercy (1956)
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