domingo, mayo 15, 2011

Un año queriendo verlo volver



Por: Alejandra Costa

Hace un año y un mes tuve el privilegio de viajar a Buenos Aires, al mítico estudio Unísono, para entrevistar a Gustavo Cerati. La preferencia del músico por las reporteras mujeres fue mi pasaje de entrada al estudio donde registró sus últimos discos y donde ensayó con Charly Alberty y Zeta Bosio para la gira de regreso de Soda. Y no sé si fue porque soy chica, pero comprobé en persona que, lejos del estereotipo del argentino en general, y del de Cerati en particular, no es altanero ni displicente. “Mi ego lo he auscultado con cucharita varias veces. Se puede decir que me ha ido bastante bien y en general tendría que estar muy agradecido, pero, sabés, la vida nos pega tantos golpes que me doy cuenta de lo efímero de todo, de lo absurdo que es estar tan pendiente de uno”. 

Conversamos nueve días antes de que viajara a Lima a presentar su último disco, Fuerza Natural, y exactamente un mes antes de que la palabra último cobrara un sentido tan definitivo. “Yo no creo en el destino. La ansiedad nos lleva a pensar en cuál es el nuestro, pero mientras no lo sepa, sigo yendo. El disco tiene un trayecto como leitmotiv, pero no tiene idea de final y me gusta que sea así, porque uno simplemente sigue marchando. No tengo idea de hacia dónde voy”. 

Fuerza natural, himno del último disco

Sonreía. Mucho. “Estoy muy contento con el disco, mucho más satisfecho que en otras ocasiones. Habían muchas cosas de las cuales quería desembarazarme, y abrazar otras que no estaba haciendo en su totalidad en discos anteriores. Por ejemplo, en general, es más fácil o más empujador, empujante o como se diga, escribir sobre algún tipo de dolor. Nos exprimimos y sacamos el dolor, pero resulta muchísimo más desafiante escribir desde un lugar donde el dolor no sea lo más importante. Ensayé salir de la cosa de pareja, del enojo, del odio, que estaba omnipresente y eso es reflejo de mi estado emocional, pero también de un deseo. Hay canciones que he escrito que son muy positivas, que son como esperanzadoras, pero he estado en un momento espantoso de mi vida. Hay canciones como Crimen, que es una balada clavacuchillos (se clava una daga en el pacho), que escribí en un momento en que yo estaba en un momento absolutamente feliz. Es como mentira todo”.

Crimen, en Obras, año 2000

No me gustó cómo quedó el reportaje que salió en el programa en el que trabajaba en ese momento, pero eso no me preocupa mucho porque no creo que él lo haya visto. “Es un problema eso siempre (ver las entrevistas que doy). Me perdono un poco más que antes, pero no me gusta mucho verme. Nunca me gustó, soy muy crítico. Me pregunto por qué salí con esa cara y compruebo que han pasado los años. Y no lo digo desde un lado frívolo de la imagen, sino que me veo hablando, diciendo cosas, qué se yo. Si hablo acá es porque a alguien le interesa la música y quiere ver qué pienso, pero si empezamos a ver, lo más importante es lo que hago y es por lo que soy conocido, y en la música es donde sí me gusta verme, donde pongo más el acento en hacerlo mejor”.

Ha pasado un año desde que entró en coma y me apena imaginar su estudio sin el humo de su cigarro. Pero más me apena pensar en su familia, para la cual el vacío que sentimos los que amamos escuchar su música debe ser un pequeño remedo del abismo que es tenerlo y no tenerlo, verlo y no poder escuchar su voz. “Mi hijo Benito desde muy chico tiene una natural habilidad para escribir letras buenísimas. De pequeño hacía canciones, eran como sus juguetes, tropezaba con los teclados. Yo de chico era más dibujante, la música me llamaba a la puerta, pero no era algo que fuera tan notable. Más allá de que se dedique o no a la música, tiene un tremendo talento. Es de las primeras personas a las que yo le muestro algo, me gustan mucho sus opiniones. Estamos confabulados de sangre, no deja de decir las cosas como a él le parecen y muchas veces me sorprende con las cosas que escribe. Creo la cosa de que tu papá sea conocido sí es un tema, pero él tiene que hacer lo que sienta. Apellidarse Cerati es un supuesto impedimento, que puede servir o no, también puede ser un techo, pero él tiene que hacerlo por su cuenta como lo hicimos todos”. 

El rito, tocada en Lima en el 2007

Hay que acostumbrarnos a la idea de que, si despierta, nunca será el mismo. No volverá a escribir lo que escribió, ni a tocarlo, ni a cantarlo como entonces. A ese Cerati que amamos, hay que dejarlo ir. “Para escribir, necesito cigarros, que la barba crezca. Este disco lo escribí mucho en una casa que tengo en el campo, en Uruguay y el espacio externo de la naturaleza funcionó muy bien. En otros he necesitado estar en una alfombra, comer un pan con mermelada, no sé, armar el desorden del escritor, hacer un poco de gimnasia. No es que vaya de viaje y diga mirá lo que se me ocurrió. Son pocas las veces que eso ha ocurrido. Todos los días le dedico unas horas a ir a ningún lugar, a hacer música, una cosa que no lleva a nada y de golpe aparece algo que vale la pena seguir”.


Ocultaba sus ojeras de medio siglo detrás de unos lentes Ray-Ban de carey negro, pero sonaba como un sabio adolescente que escuchaba a Pacific! y MGMT. “Es raro cumplir 50 años. Es un número, pero también es el momento en que uno debe empezar a preocuparse, a pensar en la próstata, en las cosas que empiezan a aparecer. No siento una gran diferencia la verdad, pero sé que la hay. El cuerpo empieza a pedirte cosas y hay cosa que bajan, es como si te bajaran un cambio. Energéticamente me siento perfecto, mejor aspectado que en muchas épocas más joven. Creativamente, me siento mucho más liberado todavía. Nunca pude lidiar con mi propia autopresión, nunca logré espacios mínimos de paz. Y desde los 40 para acá, la verdad es que siento que muchas cosas mejoraron. Ya no me tomo las cosas tan a pecho. Hasta los superhéroes se retiran. Yo vivo mi edad como es, no pienso demasiado en ella”. 

Alejandra y Gustavo, luego de la entrevista

Yo tampoco pensé en su edad, ni en los cigarrillos que fumaba compulsivamente durante la entrevista, ni en cuál era su destino cuando le regalé mi entrada a su concierto en Lima a una amiga. Ahora sé que no estaba en el mío escucharlo como solista en vivo y que tendré que quedarme con el privilegiado recuerdo de la fascinación de escucharlo saltando de una idea a otra, y a otra más, y regresar a la primera como en un meticuloso paseo por las ramas de un árbol; de lo sencillo de su estudio, con decenas de lenguas de MTV y discos de platino en el lobby, pero solo fotos de Bowie y Robert Smith en la consola de sonido; de su rostro, ya no lozano, pero increíblemente atractivo; de la amabilidad de su voz. Con eso me quedo, aunque el único privilegio que en realidad me hubiera gustado tener es escuchar Crimen en vivo y cantarla con él a los lejos, sabiendo que un día cogí su cintura, repleta de juventud pese a sus 50 años. Y ese privilegio nunca lo tendré. 

La ciudad de la furia, Lima, 2007. "Me verás volver".

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOLA AMIGA
NO SE TU NOMBRE, Y ME INTRIGA QUE EL BLOG SE LLAMA ODIO A LA MUSICA

A LO QUE VOY, ME ENCANTÓ VER TU FOTO Y POR ESO ENTRE CASUALMENTE AL BLOG. HE VISTO TU ENTREVISTA UNA TRAS OTRA NO SE CUANTAS VECES. Y ME DEJA IMPACTADA COMO PENSABA CERATI UN MES ANTES DE...... NO PENSE ENCONTRAR UN LUGAR PARA AGRADECERTE TAN LINDO ENFASIS QUE DEJASTE EN CADA ETAPA DE SU VIDA Y COMO LO IMPULSASTE A DECIR ¡TANTAS COSAS! NORMALMENTE EL SE DEJABA LLEVAR EN LAS ENTREVISTAS, O ESA SENSACION ME DA, PERO EN ESTA EN PARTICULAR PARECIA PEZ EN EL AGUA "MUY LIBERADO" COMO LO MENCIONÓ EN 2 OCASIONES, UNA CUANDO HABLABA DE DISFRUTAR LAS GIRAS Y OTRAS CUANDO LE PREGUNTASTE COMO SE SENTIA CREATIVAMENTE. ME IMAGINE LO DE LAS OJERAS Y LAS GAFAS.
GRACIAS POR TAN LINDA ENTREVISTA.
SALUDOS DE MONTERREY MEXICO.
SOY UNA MAS DE ESAS ADMIRADORAS QUE DESDE 1985 LO QUIERE MUCHO Y LO EXTRAÑA INFINITAMENTE.