Pocos peruanos tuvieron la fortuna de estar el 10 de noviembre en el Monumental de River Plate, frente al gran Paul McCartney, en uno de los espectáculos más deslumbrantes que ha pasado por América Latina. Y uno de estos afortunados cede su genial crónica sobre Macca en Buenos Aires, en exclusivo para este blog. Envídienlo con toda justificación.
Por Julio Escalante
Esta historia comienza una mañana frente a la computadora y termina en el vagón de un tren tres semanas después y a más de tres mil kilómetros de distancia. En el inicio está en mi memoria el despertador sonando diez minutos para las 8, está luego la página de Ticketek de Argentina en la pantalla, el anuncio de que las entradas para el concierto de Paul McCartney en el estadio de River Plate, como ya había averiguado, salían a la venta a las 10 (8 de Lima), estoy luego con mi tarjeta de crédito en la mano, escogiendo un asiento que vale 800 pesos, colocando todos los números de la tarjeta, el código de seguridad, dándole clic a cada paso que confirme la compra porque solo tienes cinco minutos para conseguirlo, para conseguir un boleto para ver al cantante y compositor de la banda de rock más influyente y grandiosa del mundo, para ver, quizá por única vez en la vida, a un Beatle tocando para mí.
Y el miércoles 10 de noviembre ya estaba en Buenos Aires camino al estadio, unas siete cuadras desde que bajé del tren en la estación del barrio de Nuñez. Faltaban menos de tres horas para el inicio del show anunciado para las 9 de la noche. Mi lugar estaba en Platea Preferencial, en la tribuna Belgrano baja (Occidente baja si se la compara con nuestro Estadio Nacional). Aún había muchas bancas vacías, pero la tribuna popular ya reventaba (no era numerada) y los que estaban en la cancha bien sentados esperaban que llegara el momento de que Up and Coming Tour explotara en River. Aquí nadie tenía 60 años, 40 o 20. Todos teníamos una edad Beatle. Estaba en la fila anterior a la mía una familia: padre, madre, y dos hijos. Todos con camisetas de The Beatles, y el hombre no soltó su cámara de fotos en ningún momento. A mi lado izquierdo tres muchachos que parecían hermanos, y al derecho una pareja muy abrazada para evitar el frío. Detrás un muchacho con anteojos y mochila en la espalda que parecía escapado del instituto estaba solo; a su costado un hombre mayor, canoso, que vestía casaca de motociclista como un eterno rebelde; más allá un abuelo y su nieto que habían comprado camisetas de Paul que señalaban el día y lugar del concierto. Y todos ellos y el resto del estadio sin importar el año en que nacieron habían crecido con las canciones de The Beatles.
Por anticipado, el setlist de la gira te invitaba a soñar. Esta no era una gira donde iban a primar las nuevas canciones sobre los clásicos. Up and Coming Tour es la revisión a la vida musical de McCartney con The Beatles, y su experiencia solista con The Wings y The Fireman. Las nueve en punto y "Venus and Mars" fue la primera de las 36 canciones. Una explosión de gritos y aplausos. Siguió "Jet" y el saludo al público: “Hola Buenos Aires, hola porteños”, señalando con el dedo que la gente estaba caliente. de pronto “Close your eyes and Ill kiss you...”, soltó Paul desde el escenario y en la pantalla detrás de él los cuatro grandes de Liverpool volvían a aparecer con traje negro y esos raros peinados de su primeros discos corriendo para escapar de sus fanáticas. "All my loving" fue la bienvenida al universo Beatle. Y ya nadie quería escapar de allí. Es imposible borrar de tu corazón la primera vez que escuchas en vivo un canción Beatle, cuando también quieres cantar y la garganta se te vuelve una roca y tu voz quiere salir y no puede, y entonces viene de otra parte de ti y la canción ya se va, y en la emoción compartida con los miles de espectadores ya se fue.
Ingreso al universo Beatle, "All my loving" (humanoidessaladillo)
“Esta noche voy a tratar de hablar español”, dijo luego. Y trató hablando muy suelto o leyendo unas anotaciones. Dos enormes pantallas a los lados del escenario mostraban sus gestos, sus manos en la guitarra, en el bajo, sobre las teclas del piano. Y habló en en español para sus tres homenajes de la noche: "Compuse esta canción para Linda pero hoy es para todos los enamorados" ("My Love"); "quiero dedicar esta canción a mi amigo John" ("Here Today"); "voy a cantar esta canción a la memoria de mi amigo George" ("Something"). Las fotografías del buen George pasaban en la pantalla y él también, desde algún lugar, estaba con nosotros.
Homenaje a George, con "Something" (fabianaharrison)
¿Por qué valía la pena pagar 200 dólares por mi entrada (los de la primera y segunda fila pagaron más de US$1600) , más un pasaje de avión de 450 y otros gastos de la estadía? ¡Porque, carajo, era Paul McCartney! ¿Puede haber acaso otra oportunidad tan cercana en la vida de ir a uno de sus conciertos? ¿Qué otra leyenda del rock que comenzó su carrera en los sesentas recorre todavía el mundo con un show de más de 30 canciones, agota las entradas a pocas horas de salir a la venta, y como en el caso de River llena las dos fechas con 45 mil personas? ¿Y por qué yo debía estar aquí? Porque me lo imaginaba como un momento inolvidable, irrepetible, histórico y fue todo eso incluyendo lágrimas (las mías, las de la gente) y más de un Wow por parte de Paul. Esto no era fútbol, pero sobraba pasión. En el escenario estaba un gigante que con su voz revelaba que tiene ya 68 años, pero que sigue interpretando sus canciones con el mismo gusto de cuando las grabó por primera vez. Y entonces lo ves en el piano con "The Long and Winding Road", escuchas, navegas diciendo también “don't leave me waiting here…
lead me to your door” y luego Paul está iluminado solo por un tacho de luz y con la guitarra para cantar "Blackbird" y ves a un hombre elegante de camisa blanca y tirantes, en la negra noche, diciéndole a sus 45 mil discípulos que cuando esto acabe deben encargarse de difundir su palabra: "All your life you were waiting for this moment to be free".
"Blackbird", frente a 45.000 almas que esperan ser libres (facu1983p)
Hoy The Beatles es McCartney (y viéndolo cantar comprendes, si aún era una eterna pregunta celeste, por qué la banda de Liverpool fue la más grande de todos los tiempos), pero varios temas de su etapa solista son también clásicos totales. "Band on the run", "Mrs. Vandebilt", "Nineteen hundred and eighty five", sonaron mejor que en los discos gracias a una banda de ejecución magistral. Los cuatro músicos que acompañan a Paul, y que ya tocan tantos años con él, viven a su manera cada uno de los temas. Rusty Anderson (guitarra), Brian Ray (guitarra y bajo), Paul Wickens (teclados) y Abe Laboriel Jr. (batería) secundan en voz, corrigen y aumentan en vibraciones, lo que a McCartney le sobra en simpatía. Tienes que ver a Laboriel cómo vive cada ritmo como si fuera su fiesta privada. Una mole tronador de platillos que hasta podría bailar de puntitas.
Clásico de Macca solista, "Band on the run" (trabalhosujo)
Todos tenemos un momento Beatle. O dos. El primero para mí fue esa serie animada de los ochentas, que me parecía tan extraña, y que veía en las mañanas antes de ir al colegio. El segundo lo ubico en mis tiempos de la universidad, allá por el 2000, durante varias tardes y noches (y madrugadas) terminando una tarea (que no sé para qué me sirve hoy) acompañado por la discografía completa en MP3. Y estos dos momentos, por coincidencia, me habían seguido hasta Buenos Aires. En mi Ipod están siempre Abbey Road y El álbum blanco, y en este día llevaba puesta una camiseta amarilla con la figura animada de The Beatles comprada en el jirón Quilca. Las últimas quince canciones ya no serían alternadas según las épocas de su carrera, sino totalmente de los Fab Four, para que nadie olvide por qué revolucionaron la música popular. "Eleanor Rigby", "Back in the USSR", "Paperback Writter" y "A Day in the life" (enganchado con "Give peace a chance") como otro guiño a Lennon, y en la pantalla estaba la imagen de un jardín gris que se teñía de color y donde nacían mariposas.
Habían pasado dos horas sin un minuto de pausa para reflexionar en calma sobre el significado de este momento en nuestras vidas y Paul continuaba con una energía tan contagiante, lanzando gritos al público, coqueteando con la mirada, como si fuera un mocoso que quiere que todos se enteren que él será la estrella del nuevo siglo. Vuelve al piano para "Let it be" y "Live and Let Die", que incluyó la explosión más pirotécnica que ha pasado por River, según un par de diarios argentinos. El compositor de temas que pueden sonar tontitos como "Ob La Di ob la Da" (que fue uno de los más coreados) también quería que te vayas a casa con una bomba del infierno en los oídos. Antes de partir por primera vez a los vestuarios, Paul canta "Hey Jude" y el coro “la lalalala lalalala” se multiplica al infinito y todos tenemos pasaporte para decirle también a Jude (a miles de Jude, al Jude que está también en nosotros) que deje de cargar el mundo en sus espaldas, que tome una canción triste y la mejore.
Paul vuelve al escenario agitando la bandera argentina para agitar al pueblo. Suenan las rockerazas "Day Tripper", "Lady Madonna" y "Get Back" antes de irse otra vez y volver para el gran cierre. Ante tanta estrella de hoy que vende pose y gesto, he visto a una verdadera leyenda que tenía la única idea de pasarla bien y que el resto se divirtiese con él. Cuando el telón cae con "Helter Skelter" y "Sargent Pepper" te vas sintiendo que las suyas ya no solo son canciones sino que es el soundtrack de la historia del planeta. Y seguramente la pareja de mi lado se va sintiendo más que nunca que todo lo que necesita es amor, y el abuelo quizá diciéndole a su nieto que este ha sido el mejor concierto de su vida.
El final, con "Sgt. Pepper" y "The end" (AparicioGabriel)
Es el final.
Entonces salgo a la noche de Buenos Aires, y en la calle se agotan las camisetas, los banderines, los stickers con la cara de Paul. Y la gente marcha como si dejara el estadio luego de haber visto campeonar a su equipo. Hacen planes para ir por unas cervezas y a comer, hablan por teléfono sobre lo maravilloso que fue. Y en la avenida Del Libertador no hay campos de fresas o submarinos amarillos pero sí un supermercado Coto y un McDonald. Avanzo como en una procesión, entre otros miembros del club de los corazones solitarios, y me pregunto qué voy a decir cuándo me pregunten cómo estuvo el concierto. Qué palabras elegiré. Cómo decir “tuviste que estar allí”. Y camino con velocidad, porque el último tren pasa en diez minutos y estoy lejos, y voy tratando de atrapar diversos momentos del concierto, las olas de las tribunas, los brazos en alto, los aplausos, "Yesterday" cantado por Paul y en su totalidad por miles de voces, y es imposible no pensar (perdonen la tristeza) por qué la vida te tiene reservada solo un día como este y ningún otro parecido.
Pero cuando llegué a la estación, el tren aún esperaba por mí. Y entonces fui feliz.
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Mira aquí el setlist del concierto de Paul McCartney en Buenos Aires.
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Mira aquí el setlist del concierto de Paul McCartney en Buenos Aires.
3 comentarios:
Yo también estuve ahi... en belgrano baja también. Fue brutal, muy emocionante. Los momentos pico para mí fueron: Two of us (me sacó un par de lágrimas), A day in the life (aunque el enganche con Give peace a chance no me gustó), y Live and let die, no sólo por la pirotecnia, sino porque me dí cuenta que debe estar en mi top ten de canciones de todos los tiempos. Memorable.
me emocioné, CSM, me recontraemocioné :'(
un día en la vida, sí, no hay duda de que todos nos merecemos uno así de emocionante, vibrante y musical.
genial colaboración, que lo haga más seguido, ¿no?
Emocionante cronica. Yo estuve el 11 y fui desde Montevideo. Te cuento que queria ir a las mas baratas con mi novia y me hermano que tiene 15 años y es gran fan ya de los Beatles pero no lo consegui. En el 93 cuando estuvo Paul la ultima vez yo tenia 15 años y siendo ya fan de Wings y claro de los Beatles iba a ir con un amigo de toda la vida pero no pude ir por reprobar unos examenes en el liceo (colegio). Mi amigo termino yendo al final y yo no lo podia creer. Volviendo al presente resulta que no puedo comprar las entradas por TickeTeck y a ultimo momento me llama este mismo amigo de toda la vida diciéndome que tiene una de 800 pesos (arg) ademas de la suya pronta para comprar en el sitio que ya estaba saturadisimo y era imposible acceder. Creía que nunca mas iba a poder verlo en vivo.
Al final pude ir y fue algo increíble y surrealista. Muy conmovedor y viajado. No logre llevar a mi hermano de 15 años pero logre que escuchara por el teléfono la mismísima Blackbird en directo y cantada por Paul... algo es algo :)
En fin. Comparto tu crónica y me gustaron muchos los temas Let Me Roll It / Foxy Lady, Let 'Em In, Got to Get You into My Life y Live and Let Die que fue magistral.
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