Depeche Mode en Lima - Un día después

Foto: RPP

Y finalmente ocurre lo inesperado. La banda que escuchas desde que eras un niño está frente a tus ojos, a menos de cuatro metros de ti. Prácticamente en tu casa.

Las luces se apagan y las décadas de espera se convierten de pronto en nada. Suena el soporte electrónico de "In chains" y ya estás embarcado en uno de los mejores momentos de tu propia historia. Gore, Gahan y Fletcher salen a escena. Martin latiguea la eléctrica y de los pulmones de David sale esa voz inalterable con los años. Andrew se acomoda tras los teclados como un monolito. Christian Eigner hace estallar la batería. Peter Gordeno ilumina el segundo sintetizador. No hay dudas. Están aquí y son tuyos por algo más de una hora y media.


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La apertura del "Sounds of the universe", la tremenda "In chains", suena mejor que en el disco. En las pantallas, dos imágenes de ancianos miran al público y una de ellas se convierte en niño. No sería exactamente lo que ocurra en adelante. Depeche Mode no tocaría temas más atrás del "Black celebration", pero el segundo leit motiv sí será decisivo. Una mujer camina en la mitad de un círculo con todas las vestiduras posibles. La banda que marca la perfecta armonía entre ser electrónica y guitarrera nos paseará por los momentos claves de sus últimos 23 años.

El primer momento de intensidad llega con "Wrong". El single del disco que motiva la gira suena ligeramente más lento que en el original. Gahan hace sus travesuras iniciales en el escenario, se mueve como un fauno en medio de la noche. El efecto de su saco gris con interiores rojos es extraordinario. Martin Gore, en el otro extremo toca con una paciencia infinita.


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Para "Hole to feed", David se ha despojado del saco y este cambio lo transforma. Movimientos de cabaret ajustados, como su malla. Quiebres femeninos sin llegar a la exageración. Luce fresco pese a las tres décadas de giras en el cuerpo. Perfecto en el papel del chulo del video de "It's no good" o como un émulo histriónico de Elvis -girando un brazo- y Marc Almond.

Siguiendo el setlist habitual de "Tour of the universe", toca el momento de los clásicos. Esperábamos "Walking in my shoes" y la profecía se cumple. El Monumental estalla... por unos segundos. Como un castillo de fuegos artificiales mal armado, la mecha está mojada en la parte delantera. Solo unos cuantos incondicionales saltan, se saben las letras, lloran, levantan los brazos, se elevan. Pantallas azules dominan la cabecera del concierto. Tapan el escenario. Joden. Están escuchando un clásico inobjetable. Un multinúmero uno en todo el mundo. Pero muchos prefieren verlo no en vivo sino a través de una pantalla de cinco centímetros. Como el Chavo, que conoce el mar solo en televisión. No entiendo esa filia, ese extraño placer por pagar las entradas más caras con el propósito de ver los conciertos a través de un celular. ¿Cómo se llama esa enfermedad? ¿Qué animal la contagia?

Supuestamente, las cámaras estaban prohibidas según las condiciones del boleto. Pero sabemos que las condiciones nunca se cumplen. Propongo, entonces, una salida a los organizadores de conciertos. Habiliten en cada categoría una zona especial para quienes quieran grabar. Que se amontonen unos detrás de otros. Que se jodan entre ellos. Ya basta de estropear la noche a quienes tienen la mala suerte de ubicarse detrás de un estúpido.

Aunque claro, son estos los que finalmente logran su cometido, su propósito en esta vida, cuando alguien -como ahora lo hago yo- sube sus videos. Es naturaleza en su máxima expresión. Complementarios como el caballo y el escarabajo. Aquí tienes, amigo. Utiliza mi detritus.


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Volviendo al concierto, "Walking in my shoes" suena perfecta, idéntica al sonido de tu MP3. Martin calienta la voz en los coros alargados con su fantástico falsete. Un cuervo vigila el escenario desde la pantalla, un ojo de anfibio lo hace desde el círculo central. No son testigos de ningún desborde de público. Dave lanza una primera advertencia: "What's wrong?". Pueden escucharlo en el video que está sobre estas líneas.

El desborde sí llegaría con "It's no good". A estas alturas no importa que te tapen la visión doscientas camaritas de marras. Si tienes piernas para saltar, hazlo de una buena vez. El amago de pogo dura muy poco, apenas el primer minuto del histórico tema del "Ultra", pero el ambiente ya se está calentando. Cuando llega "A question of time" el desorden ha logrado que la mayoría esconda sus aparatos por el temor de perderlos. He allí la segunda salida. Saltar sin parar, elimina celular.

"Black celebration" encontraría continuidad apenas un par de temas después con "Fly on the windscreen". Tan legendaria como, en la práctica, desconocida. En mitad de ambas, la absoluta belleza de "Precious", tal vez el último gran tema de Depeche, firmado en el "Playing the angel". David la aborda con una suavidad conmovedora. Como algo hermoso y frágil, que necesita cuidado especial.


"Precious" tocada en Berlín, en junio. Observen la diferencia de actitud del público. (Subida por Cassilda38)

Martin Gore se haría protagonista del concierto en un bloque que se inició con "Jezebel", parte de su último disco, y una inspiradísima versión de "Home", quizá lo mejor de la noche. Guitarra roja en la mano, los brazos perlados de sudor y escarcha. Casi un Ziggy Stardust. Casi una imagen de película futurista rusa. Si hubiera visto esta parte del concierto en blanco y negro, quién sabe en qué lugar del universo estaría viajando en este momento.

David vuelve para el bloque más potente de la noche. Arranca con "Policy of truth", el gran gancho para que la marea despierte. Martin le da un giro al histórico sonido de la eléctrica con un rasgueo que suena ciertamente moderno. Viene a continuación "Stripped", otro de los momentos inolvidables del concierto. Imposible escuchar una versión mejor de este emblema del "Black celebration". Por fin uno se siente en mitad del sueño prometido. "In your room" y "I feel you" me dejan sin pulmones y sin piernas, como a la mayoría de los 20,000 fanáticos en la explanada. La compuerta está abierta. Puede caer sobre uno toneladas de música que será asimilada sin remordimientos. "Personal Jesus" corona el momento sublime como un trago de vino en plena misa. Desde la pantalla, Andrew, Dave y Martin, con los brazos abiertos, nos esperan para un sacrificio en el escenario. Hacia allí vamos, avanzando entre masas.


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No podría decir si disfruté más con "Behind the wheel" o con "Never let me down again". Para entonces estaba en otra parte, había entrado en una habitación que conduce hacia mis recuerdos más placenteros y desde allí, miraba aquello que ocurría en el estrado, sin terminar de creer que era cierto. Miles de brazos extendidos de un lado a otro, como en los videos que miré antes de este concierto. Por fin un público que se entrega, carajo. Por fin una masa uniforme. Primera visita a la pasarela de los dos hombres que nos han regalado música para el resto de nuestras vidas.

A manera de premio a la resistencia, llega "Enjoy the silence" y los disfraces espaciales de los tres genios, que me dan esa razón que es interior. Hemos entrado en otra galaxia. Somos pasajeros en trance y tiempo.


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Depeche Mode es el sueño cumplido después de treinta años. La frase trillada que se vuelve ciencia popular en un momento. El instante suspendido en el tiempo, como la última escena de la noche. En la pasarela, Dave y Martin quietos durante diez segundos en mitad de "Waiting for the night", dos figuras de cera que nos recuerdan que tal vez este momento no se repetirá. Si te lo perdiste, alista tus pasajes, tienes dos oportunidades más de verlos en Sudamérica.

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Dos preguntas finales:
1- Cuando David y Martin se frotaron las manos sobre un reflector, casi sobre el final, ¿se estaban refiriendo a la temperatura o a un público frío?
2- ¿Alguien más escuchó que en un momento Dave dijo: "thank you Chili"?

Y para quienes buscan el setlist: Ver aquí